La sensación de inseguridad continúa marcando el día a día de miles de dominicanos, convirtiéndose en uno de los desafíos más persistentes y sensibles para las autoridades durante este año. Residentes de múltiples sectores aseguran que los robos, asaltos y hechos violentos mantienen en tensión a la población, obligando a muchos a modificar su rutina y adoptar medidas personales de protección.
En recorridos por distintos barrios del Gran Santo Domingo, ciudadanos coincidieron en que la delincuencia callejera se ha convertido en una amenaza constante, especialmente los asaltos cometidos por individuos a bordo de motocicletas, modalidad que preocupa a comerciantes, trabajadores y amas de casa.
Ante este panorama, diversas comunidades han optado por reforzar su organización interna mediante juntas de vecinos, vigilancia privada, instalación de cámaras y sistemas de alerta a través de grupos comunitarios en redes sociales, buscando suplir lo que consideran una respuesta insuficiente del Estado.
Aunque el Gobierno ha anunciado acciones para combatir la criminalidad —como el incremento de patrullajes mixtos, la modernización de equipos policiales y nuevas estrategias preventivas— gran parte de la ciudadanía sostiene que los resultados aún no se reflejan de manera clara en las calles.
Mientras tanto, crece la demanda de soluciones profundas y sostenibles que permitan recuperar la confianza en las instituciones de seguridad y garantizar un clima de convivencia más seguro para las familias dominicanas.

